jueves, 27 de noviembre de 2008

Abundancia



No sé si sea una condición general del ser humano ó si se trate de una característica propia sólo de algunos individuos, pero al parecer nuestra tendencia a la posesión nos impulsa a buscar bienes probablemente más allá de nuestras propias necesidades. Pero quizá esto no sea lo más grave ni triste, sino la aparente inconciencia cuando alcanzamos dichos niveles de abundancia, que pese a nuestras quejas y reclamos no son tan difíciles de alcanzar.
El otro día una compañera de trabajo cuando me aproximé a su lugar de trabajo me sonrío y al preguntarle el motivo de su alegría me dijo, ¿Ya se fijó bien? Mi vestido es nuevo. Estoy estrenando. ¿Qué usted no se pone feliz cuando estrena? Dígame, ¿Cuándo fue la última vez que estrenó? No sé, le dije, no lo recuerdo. Y la verdad es que efectivamente no lo recordaba. Esto me hizo reflexionar en que la abundancia que tengo en mi guardarropa no me había permitido apreciar el hecho de vestir una prenda nueva.
Y así podemos recorrer todas nuestras pertenencias y preguntarnos:
¿Tengo suficiente ó más de lo que necesito?
¿Realmente aprecio lo que tengo?

Si puedes contestar con honestidad a estas simples preguntas, estarás en el camino de la satisfacción, condición que muchos no pueden alcanzar por el efecto de ambición desmedida de la abundancia.

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